Nínive - La ciudad y sus palacios
La ciudad y sus palacios

Los logros técnicos de Nínive

 Fue Senaquerib quien trasladó a Nínive la capital de Asiría, sustituyendo la efímera ciudad que su padre, Sargón, había construido en Jorsabad. Edificó una muralla con 15 puertas, que portegió simbólicamente con toros alados con cabeza de hombre, genios benéficos encargados de aterrorizar al enemigo. Estas murallas seguían por el oeste el curso del Tigris, y al este estaban reforzados por otros muros y por un foso. Delimitaban un territorio de más de 5 kilómetros de longitud, atravesado por un puqueño curso de agua. Como éste no bastara para regar el campo circundante, a Senaquerib se le ocurrió captar las aguas de los manantiales de la colina de Bavian, a 50 kilómetros, trabajo de titanes que exigió construir, sobre un barranco de casi 300 metros, un acueducto de cinco arcos de piedra, con 22 metros de anchura y 9 de altura. El rey mandó representar en su palacio las labores agrícolas que hizo posible esa obra.
 
  Este palacio, aún no explorado en su totalidad, resulta excepcional en algunos aspectos. Por eso, para conocer el marco en que se desenvolvía la vida de los monarcas asirios es preferible considerar primero el dificio en Kalkhu (la actual Nimrud) por Asurnasirpal II (883-859 A.C),  explorado ya por Layard y más tarde por sir Max Mallowan, en compañía de su esposa, Agatha Christie.
 
El Gran Palacio
 A partir del siglo IX A.C., los reyes de Asiria hicieron de Nimrud el símbolo de su política imperialista, edificando allí un palacio y añadiendo un enorme arsenal capaz de equipar a  cien mil hombres. La ciudad todavía inexplorada, como Nínive, estaba dominada por la ciudadela construida a orillas del Tigris, donde se alzaba el palacio de Asurnasirpal. Al lado había un templo con una torre escalonada. El plano del palacio muestra la esctricta organización a que respondía una morada palaciega asiria. En sus inscripciones, los reyes de Asiria mencionan dos secciones bien diferenciadas, cada una  con su patio: el babanu, reservado a los visitantes de menor importancia y a los servicios administrativos, situado cerca de la entrada, y la vivienda o "casa", llamado bitanu. En el palacio de Asurnasirpal, el babanu albergaba la tesorería, la residencia de un alto funcionario y la cancillería, donde estaban los documentos administrativos clasificados en estanterías  de ladrillo. Al fondo del patio del babanu, dos puertas monumentales, guardadas por toros alados, daban acceso  a la sala del trono, centro del edificio. Cubrían los muros de esta larga sala bajorrelieves de yeso amarillo verdoso que representaban las hazañas venatorias y bélicas del rey. Sin duda tenían por objeto impresionar al visitante, enfrenttarlo con el incoercible poder asirio.
  El trono real estaba al fondo de la sala, adosado a un relieve que mostraba al rey en adoración ante el árbol simbólico del dios Asur, la gran divinidad de los asirios. Los aposentos reales, perpendiculares a la sala del trono, daban a un patio interior. Comprendían dos largas salas paralelas, adornadas con bajorrelieves que representaban un banquete real, y pequeñas habitaciones privadas. Desde el patio interior se podía llegar a las dependencias comunes Allí fueron descubiertos magníficos marfiles, ornamento del mobiliario real de la época.¿Fueron importados de los países de Levante, donde aún había elefantes, o eran obra de artistas siro-fenicios deportados? Los temas revelan una clara influencia egipcia. Encontramos el nacimiento, sobre una flor, del pequeño Horus, protegido no por las dos hermanas Isis y Neftis, sino por genios fantásticos. El muerto que contemplaba el sol por la ventana de su pirámide se ha convertido en una diosa del amor, apostada como una cortesana detrás de su celosía. Este amable, característico del siglo VIII A.C., y presente también en la imagen de un joven cuyo rostro sonriente ha sido comparado al de la Gioconda, ha dejado asimismo huellas en el palacio de Samaria, destruido por Sargón, y en su palacio de Jorsabad. Hay que señalar que en este palacio, gigantesca construcción que ocupa 10 hectáreas, el conquistador no hizo sino copiar, ampliándola, la estructura del palacio de Nimrud, incluyendo en ella templos y agrupando una serie de capillas abovedadas que durante mucho tiempo se creyó que eran de las damas del herén.
 
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